domingo, 28 de abril de 2013

Las cosas bien hechas



A la hora de planificar la ruta de hoy había varias limitaciones. Las últimas nieves descartaban altitudes superiores a los 1200 metros, el mal tiempo anunciado descartaban aventuras arriesgadas y las últimas semanas de inactividad descartaban rutas duras, así que había que planificar bien.

Pero Alberto es una persona de recursos y se sacó de la chistera este pedazo de ruta, gracias también al buen trabajo realizado por Fernando limpiando y marcando sendas por toda la zona de Jubera.

Comenzamos en Jubera subiendo unos km por la carretera que lleva a Robres para continuar por un empinado camino tapizado de verde que nos deja junto a una de la torres del tendido eléctrico.

Tras esta dura subida

disfrutamos con una senda muy divertida, 

con algún paso rocoso que inmortalizamos con nuestras cámaras. 

Tras pasar por un collado continúa bajando a media ladera para terminar junto a la carretera de Robres por la que habíamos pasado antes.

Continuamos en dirección a las minas

y continuamos por la senda que, tras cruzar el arroyo

y una fuerte subida,

nos dejará junto a la carretera que va a San Martín.

Al abrigo del viento y disfrutando de unas bonitas vistas almorzamos un poco y afrontamos la penosa subida por la carretera de San Martín. Al rato la abandonamos y continuamos por el camino que sale a la derecha.

Cuando coronamos el collado y vemos a lo lejos el rebaño de ovejas ya sabemos lo que nos espera: los mastines. Uno de ellos viene a saludarnos al camino y, después de los consabidos abrazos, continuamos hasta el siguiente collado.

Desde aquí podemos ver Santa Cecilia y la cara este de las Peñas del Leza, junto a Zenzano. Aquí abandonamos el camino

y nos tiramos por una senda rápida 

que termina en una zona pedregosa

para bajar al barranco de San Martín a la altura de unos corrales,

un poco más arriba del pueblo.

Aquí, el arroyo baja muy crecido y han puesto un tablón para cruzarlo, prueba que cada uno superó como quiso y pudo.

Y continua el disfrute por la senda,

muy limpia y con apenas algún paso algo comprometido, muy rápida. Al cruzar el arroyo

podemos ver la surgencia donde reaparece. Ya al final, en la bifurcación, giramos a la derecha por donde habíamos subido para volver a las minas.

Tras meditarlo mucho, nadie se atrevió con el último escalón. No queríamos arriesgar con una caída el buen sabor de boca que nos había dejado esta ruta que contó con todos los ingredientes de una buena ruta: ascenso duro y exigente, senda divertida con pasos técnicos, otra subida larga y otra senda rápida para el final, todo en un paraje de gran belleza sobre todo en esta época del año. Y todo en 20 km. Qué más se puede pedir? Bueno, si acaso, que Fernando no se canse de limpiar y divulgar sendas por su zona. Desde aquí, muchas gracias por las cosas bien hechas.

lunes, 22 de abril de 2013

La paleta del pintor



Quien siga habitualmente este blog se habrá dado cuenta de que, como ya dije anteriormente, no todo es bici.

Ayer estuve rodando por los alrededores de Logroño y Cenicero y pude comprobar que la primavera está estallando en todo su esplendor. Después de meses de invierno, con muchas rutas y fotos de paisajes nevados, de olores oscuros y monótonos, el agua de vida ha hecho renacer la naturaleza y el color ha vuelto con toda su fuerza.

Por eso, no pude evitar detenerme cuando vi que el tomillo que da olor a las ruedas estaba floreciendo. 

Y así, cada vez que encontraba un rincón lleno de color, me detuve para hacer una foto.

Luego decidí retomar algunas fotos tomadas días antes para incluirlas todas en esta entrada.

Así, seleccioné fotos de los melocotones en flor de finales de marzo,

los cerezos de primeros de abril, 

 el contraste del amarillo sobre el verde del campo de golf,

pasando por los tulipanes

y los lirios de mi terraza,

o una alfombra de florecillas en la Grajera.

Y añadí las de ayer, esta flor cuya forma recuerda a la de la jara,

unas delicadas florecillas azules, 

el amarillo intenso de la aulaga en flor, 

el rojo de una amapola,

el verde de un campo de cebada

y la fuerza del tierno brote en una vieja cepa.


domingo, 14 de abril de 2013

Valle del Urbión



Otra ruta largamente esperada. El buen tiempo previsto para hoy nos anima a hacer una ruta por cotas que rondan los 1.900 metros, a pesar de las nieves caídas recientemente que se han derretido con rapidez por las altas temperaturas.

Nuestro líder espiritual Alberto no nos acompaña, pero nos juntamos tres amigos (Oscar, Fernando y yo) para iniciar  desde Viniegra de Arriba esta aventura, más otros dos (Fran y Sergio) que comienzan en Montenegro y con los que nos juntaremos en el puerto.

La mañana es fría pero el sol y las fuertes pendientes del puerto nos hacen entrar pronto en calor.
Foto de Oscar

A pesar de subir tranquilos pronto ganamos altitud y poco a poco comienzan a asomar cumbres como el Urbión, aún muy lejano, pero al que irremediablemente nos acercaremos a lo largo de la ruta.

Una gran manada de ciervos ascendiendo una loma nos ofrece la oportunidad de echar unas cuantas fotos. Pena de teleobjetivo.

A la hora prevista llegamos al Puerto de Montenegro y tras los saludos de rigor continuamos por la pista en dirección al pico Tres Cruces.

La subida por pista es muy llevadera, y vamos disfrutando de las excelentes vistas

Un gran nevero en la pista nos obliga a tomar una alternativa para no pisar tanta nieve.

Más adelante nos topamos con una veintena de buitres que están dando buena cuenta de un cervatillo. Con los buches llenos se les nota la pereza por remontar el vuelo y algunos no lo hacen hasta que estamos a pocos metros.

Tras una curva la pista empieza a discurrir por la cara norte y aparecen las primeras manchas de nieve que tenemos que superar andando.


Las cumbres antes tan lejanas empiezan a estar más cerca
Un nuevo cambio de orientación supone un respiro y podemos volver a pedalear, 

pero tras superar la altura del pico Tres Cruces el camino empieza a estar definitivamente cubierto de nieve, 

lo que nos obliga a andar durante 5 km. por una nieve dura

 pero en la que en ocasiones nos hundimos hasta las rodillas.
Foto de Oscar

Aprovechamos cualquier tramo despejado para pedalear, pero este tramo resulta duro por lo incómodo y porque los pies están empapados y congelados.
Foto de Fernando

Dado el estado del terreno decidimos acortar algo la ruta y en cuanto podemos salimos a un collado que separa el valle del Urbión del del Ormazal,

no sin antes superar un último nevero en el que se echan de menos los crampones.

Dejamos para otro día la visita a Hoyo Bellido al que la nieve hace resaltar las formas perfectamente redondeadas.

El paisaje es espectacular, con un nevado Urbión presidiendo desde sus 2.228 metros todo el valle que se extiende a nuestros pies.

Después de secar nuestros pies al sol y almorzar algo,

con mucha pereza abandonamos este precioso paraje

para bajar al valle por una ruta no explorada que comienza con unas praderas rápidas

y que continua en una senda muy rota que al poco rato abandonamos,

cada uno por un lado, para bajar como podemos por unas lascas de piedra también muy rotas.
 
Al llegar abajo, nos encontramos en un valle procedente de Hoyo Bellido.

Tras recorrer unos cientos de metros por unas praderas flanqueadas por fuertes pendientes

llegamos a un mirador: por delante todo el valle del Urbión por el que bajaremos;

por detrás, las verdes praderas procedentes de Hoyo Bellido.

Continuamos bajando por unas laderas hasta encontrarnos con el valle principal, con un río Urbión que baja con mucha agua.
Foto de Oscar
 A partir de aquí la senda discurre paralela al río, y se suceden los tramos fáciles y rápidos

con pasos complicados llenos de piedras muy resbaladizas por la humedad.

Yo de debato entre la tentación de bajar rápido por esta divertida senda o ir más tranquilamente, disfrutando del paisaje y parando a hacer algunas fotos con las que ilustrar esta crónica y guardar para el recuerdo. Las fuerzas ya están algo justitas y me decanto por la segunda opción.

El terreno está muy encharcado y el río baja muy crecido,

por lo que cruzarlo se convierte en toda una experiencia.
Foto de Oscar
 Se alternan zonas en las que el valle es muy angosto y la senda pasa a pocos metros del río

y otras donde se abre ofreciéndonos unas hermosas vistas,

para luego volver a encañonarse en una profunda garganta.

Hacemos un alto en la cascada 
Foto de Oscar
 en la que un venado tomó su último trago de agua…
 

Al finalizar el valle ya sólo queda subir por carretera hasta Viniegra de Arriba, unos km. que se atragantan después de la ruta, pero todo se olvida con un trago de agua fresca.
 
Todo un placer descubrir este valle y en el momento perfecto para disfrutarlo en toda su belleza.